En los círculos familiares y personales decir que un negocio está acreditado es motivo de admiración y ejemplo a seguir por motivos conocidos: si quiere vender su negocio, lo hará más fácil, conseguir un crédito se demorará menos tiempo etc.
En el siglo pasado las empresas se catalogaban por su goodwill que traduce algo así como que usted quiere hacer las cosas correctamente, y eso en el mundo de los negocios es muy importante.
En aquel tiempo no había llegado la internet a cambiarlo todo. Hoy con la globalización afincada en cada espacio de la vida personal y laboral, es muy común saber qué empresa lidera el mercado mundial, sus números, quiénes las dirigen entre otros puntos.
Los índices le dicen a usted cuáles son las mejores empresas para trabajar en su país, en su continente y en el mundo. Esto es posible gracias a los expertos en reputación empresarial, para ello es necesario que se vea a la compañía como un todo logrado a través de sus partes que trabajan como engranaje.
Cultura organizacional e identidad corporativa
La cultura empresarial y la identidad corporativa deben ser muy fuertes al interior, para que la imagen proyectada refleje eso precisamente. La filosofía de trabajo honesto hecho por ciudadanos que tengan claro que así como se comportan en la empresa debe ser su vida privada, es la base para el buen entendimiento y acatamiento de los lineamientos organizacionales.
La construcción de orgullo del empleado será una tarea más fácil en la medida que este perciba que lo que está plasmado en el papel se concreta, uno de esos puntos puede ser la responsabilidad social de las empresas. En muchas ocasiones los grupos de empleados replican acciones o donaciones de tiempo y dinero para una obra social.
De esta manera se empieza a construir reputación, en las acciones del día a día, sin imponer, ni hacer por cumplir o porque los vean, como comúnmente se escucha.
Hay una frase que dice: “cuida a tus empleados, porque ellos cuidarán a tus clientes”. Eso es muy cierto, si la compañía vela por el bienestar de cada uno de ellos, estas situaciones se esparcirán en el voz a voz, se replicarán en la redes sociales, o acaso no han visto en los perfiles fotos del escudo, eslogan o marca de alguna empresa. Ese es el semillero de la reputación empresarial.
Las grandes ligas
Cuando ya se ha organizado la casa, se puede barrer afuera y esto es más fácil, los encargados de ello lo harán con gusto y compromiso, se puede decir que hasta por lealtad.
La sociedad es juez implacable, antes de pensar en la competencia, piense en su público. ¿Cómo lo perciben? ¿Qué gusta o no gusta de su producto y cómo atiendo los requerimientos? Invierto o no en publicidad.
Usted puede pensar que la Coca Cola se vende sola y puede que tenga razón, ahora recuerde algún año o lugar donde usted no haya visto su publicidad. A pesar de ser una multinacional y sufrir ataques por parte de sindicatos y sectores de la salud, no se ha escuchado que la compañía cerrará sus puertas y parará su producción.
La buena reputación empresarial no exime de las crisis, antes bien las convierte en oportunidades de crecimiento tras reparar lo que no andaba bien.
La imagen que tenga el público de su organización depende del comportamiento de los socios, el cumplimiento ante proveedores, la relación con los medios de comunicación y las iniciativas que emprenda para posicionarse en el mercado.
La reputación es el activo intangible más valioso que su empresa posee, va más allá de las bondades de su producto, porque un buen producto con una mala idea ante la gente no sirve de nada. Claro que tampoco es lo contrario sólo ser de dientes para afuera. Todo es un complemento.
Tener buena reputación es tener crédito abierto ante cualquier situación. Es ganancia en los momentos de crisis como se dijo antes. Las empresas cuentan con calificaciones, cual estudiantes, usted habrá escuchado “tenemos calificación triple A”. De eso se trata, de poder dar la cara y responder ante la sociedad por la marca.